domingo, 22 de diciembre de 2013

El vigor físico








"Se discutió sobre muchísimos aspectos del juego. Sebastián intentaba ordenar lo defensivo. Leandro corría, hasta que no dió más y se pareció al Beto Márcico de los últimos tiempos. También se charlaron aspectos individuales, propuestas para mejorar la respuesta del cuerpo a la decisión tomada por la mente. Se habló mucho, y por eso perdimos. Pero jugamos un gran partido"

La noche del Domingo fue, sino la última, la ante-última jornada deportiva del año 2013. Pienso que fue uno de los mejores partidos que he jugado este año. Comenzó cuando tomamos cómo uno de los nuestros a un francés de nombre Vivienne (o algo así) que en realidad esperaba a un tal Julián, que era nada más y nada menos que el Legolas petiso de botines rosados que juega en el mismo horario que nosotros y usa vincha. Más tarde, bien metidos en el partido, un gatito cachorro paseaba sobre el paredón y nos hablaba de proezas.
Jugamos más de lo usual, y eramos solo 8 (ocho). Entre los Buenos se encontraban: Marcos, Diego L., Nacho y el intrépido Luco (que tuvo una noche brillante con pases efectivos y gol). Por el lado de los Malos nos encontrábamos : Sebastián, Patio Rodriguez, Leandro y yo.  
Recuerdo que el comienzo del partido fue lento. No había goles y se libraba batalla en la mitad del campo de juego, el calor era agobiante y las piernas demoraban en calentarse. Algunos tenían incluso una fuerza desmedida para hacer pases y se evidenciaban salidas  de la noche anterior.El momento de quiebre fue cuando Nacho, siempre inteligente, anticipó movimientos que a nosotros, los Malos, nos llevaron a comenzar perdiendo. Y a pesar de numerosas respuestas nuestras (con toda la agresividad posible), nos metieron 3 (tres ) goles más.
Voy a hablar de mí ahora, porque fue en mi turno de ir al arco, el momento en que, habiendo superado la mitad de la cancha, "clavé un zurdazo con comba" que nos devolvió al partido. Y con espíritu romántico, avanzamos hacia la valla rival y logramos primero empatar y después, ponernos 2 (dos) goles arriba, sosteniendo además, por un tiempo prolongado, una diferencia más o menos estable, a nuestro favor.
Llegó, por supuesto un momento en el que las piernas comenzaron a ceder y los buenos, haciendo uso de su fútbol "estratégico" con ataques prolijos, se elevaron nuevamente y marcaron 5 (cinco) goles seguidos. Durante ese tramo, nuestro equipo, se había convertido en una mezcla de pedidos, recomendaciones y silencios y había dejado de ser ese "Coloso de la Tormenta" que supo ser. 
Fue solo sobre el final cuando, lo que parecía ser una nueva remontada, se convirtió en una reducción de la diferencia entre ambos equipos.
En lo personal, contento por mi rendimiento, doblemente contento por mis apariciones como arquero goleador y la sensación de vigor que me acompañó durante todo el encuentro.
En lo grupal, contento por el buen rendimiento de Pato, de quien esperamos más apariciones. Contento también por los pases altos y precisos de Luco, por el valor de Sebastián y las agallas y la magia del botín de Diego. Enaltezco y valoro las palabras de Sebasián y la tremenda capacidad para ordenar de Nacho.
Enaltezco el fútbol de esta noche y espero que se repita la semana próxima.
Para terminar quiero agregar lo siguiente: si uno mantiene sus rodillas levemente flexionadas y adopta un sentido de balanceo sintiéndolo en el cuerpo, es posible ir más allá del pensamiento y SABER actuar. Se trata de moverse incluso cuando uno no está moviéndose, y eso no genera fatiga, todo lo contrario.

lunes, 16 de diciembre de 2013

La percepción



Desde tiempos inmemoriales, los seres con conciencia han practicado diversos rituales con el fin de llegar a niveles más altos de percepción. Los antiguos contaban historias alrededor del fuego, o pintaban murales con visiones. Más adelante, existieron quienes, tras consultar oráculos, decidían o no, partir a una batalla que definiría su destino. Hoy, de la misma manera, jugamos fútbol.
Todos los domingos santísimos, un grupo de impolutos guerreros se reúne alrededor de un balón que (como si fuera el fuego ritual de los que son ajenos a nuestro tiempo) vaticina el posible despertar de alguno de ellos o a viva voz, manifiesta imágenes sobre "lo que está por venir" para uno o varios. Este espíritu, coloca a los demás guerreros en un aspecto de la humanidad extremadamente noble: el espíritu solidario (quienes, a sabiendas de la importancia, deciden evitar el rito, se convierten en expulsados provisorios y viven con la VERGÜENZA, hasta ser redimidos por un acto de gran valor. Este es el caso de Pablo Pachila, que decidió no aparecer), con el cual, son capaces de jugar, a pesar de su propia importancia personal, sabiendo que todo lo que hagan durante el partido, se verá reflejado en el destino de otro. La noche del Domingo último, tuvo principalmente que ver con 2 (dos) de los hermanos Lumerman. Pablo, que vuelve a la Patagonia, luego de su épica conquista en el ámbito de lo político en la ciudad capital de nuestro país, y Alejandro, que se unirá en los próximos días en santísimo matrimonio con 1 (una) mujer, con la que ya ha estado unido por tiempo suficiente, como para que los dioses auspicien su verdad amorosa.
De entre todos los designios que favorecen la unión de uno y la partida del otro es, sin duda, el que sin saber, Pablo Pachila, activó con su "faltazo". Todos sabemos que el 9 (nueve) es un número mágico. Y 9 (nueve) fuimos los que jugamos debido a esto.
Los Buenos, formaron con: Marcos, Seba B, el viejo y querido Mcnamara, Pablo Lumerman y Leandro Bossero.
Los Malos (o los que tuvieron visiones): Ale Lumerman, Diego Lumerman, Fern Dagnino y yo, Andrés C.

El comienzo del partido fue sumamente auspicioso para nosotros, Los Malos, que rápidamente nos pusimos 2 (dos) goles arriba, debido a las incongruencias de un equipo que, a sabiendas de su superioridad numérica, se portaba demasiado liviano (y sabemos bien a esta altura, que los dioses reprenden esta actitud con goles en contra). El primero fue una gran jugada entre Diego y yo, que terminé por cerra con mi pie izquierdo. El segundo, fue por una torpe maniobra de Marcos "de las estrellas y el norte escondido", ante la cual yo, expectante esperé hasta que pude quebrar su ilusoria superioridad y luego quedé solo ante el arco (de hecho, ahora pienso que tal vez ese no fue el segundo gol, pero no importa) y convertí.
Como llevados por el misterio, los Malos nos acercamos una y otra ve al arco contrario y logramos varios goles y sostener una diferencia de 2 (dos) goles más o menos estable, pero poco a poco nuestra energía inicial mengüó y dio paso a una ventaja regular de 3 (tres) goles por parte de Los Buenos.
Los Buenos sostuvieron su ventaja, a pesar de las cualidades de nosotros, que medio brujos, por momentos, pudimos retomar la ventaja, pero para los dioses, todo lo que es a medias es insultante y no lo permitieron. Así fue, que, con un compromiso superior y 1 (un) jugador extra, Los Buenos, gritaron victoria.
Al terminar la batalla, Pablo Lumerman fue condecorado con 1 (una) manito judía, para ser usada como le plazca y un diploma honorífico con la foto oficial de Futbol Cero. Luego, Pablo subió al estrado y ante el micrófono habló sobre victorias y derrotas, y con lágrimas en sus ojos dijo que nunca jamás olvidaría los grandes momentos que pasó entre nosotros.
Nosotros tampoco Pablo, nosotros tampoco...


*Pablo Pachila será sancionado por su corto aviso para faltar. El hecho de que su falta haya sido estipulada por los mismísimos dioses, no lo redime ante la ley de los hombres.

lunes, 9 de diciembre de 2013

Cuando Luco cumplió treinta:

Donde se narran los acontecimientos que rodearon al cumpleaños de Luco.


Cuando Luco cumplió 30 (treinta) años, como es costumbre en Hobbiton, quizo festejar a lo grande su llegada a la adultez. “Habrá pasteles”, pensó, “pero mi fiesta debe ser especial. Tiene que ser algo que todos recuerden para siempre, y que se hable en las sobremesas de todo el pueblo.”
Mientras meditaba en este asunto y otros de menor y mayor importancia, Luco pasó a campo traviesa por un parque, jugueteando como si fuera un niño. Asesorado por su propia intuición, decidió cruzar 1 (una) arboleda muy frondosa detrás de la cual se veía lo que parecía ser ¡la cancha de fútbol más hermosa que ojos hobbit hubieran visto jamás!
Se acercó a investigar y descubrió que detrás de la cancha además había una parrilla. “Aquí podría dar la mejor fiesta de treinta: jugaríamos fútbol amateur y nos podríamos deleitar con una deliciosa carne-parrilla de res.”
Excitado, volvió corriendo a su madriguera y con pluma y papel, comenzó a escribir las invitaciones. Con que felicidad escribía, mientras su mente vagaba por las más deliciosas imágenes. Reír era como una caricia para sí mismo, sabiendo que todos sus amigos aprobarían el plan. Escribía con letra cursiva y un poco inclinada a la izquierda, mientras gozaba anticipando la fiesta.
De pronto, escuchó golpes en su puerta. “¡Ya voy!”, dijo. Luego se aprestó a bajar de su alto pupitre de escribir (fuera quien fuera el que llamaba a su puerta, era muy insistente) y el golpeteo solo cesó cuando Luco abrió el portón de hierro negro que separaba su madriguera del soleado camino del este.
Del otro lado, un hombre alto, con barba muy larga y ojos con relámpagos, lo saludo con una voz muy grave y oscura que lo asustó y lo hizo precipitarse hacia atrás y caer de espaldas de la forma que nos deja sin aire por unos segundos. “¡Luco! Tranquilo. No me conoces, pero yo sí. Conozco todo sobre tu persona, y también sé que hay algo muy importante que llevas contigo, aunque aún no lo sepas. No quiero que pienses que soy un acechador y aunque mis maneras en este momento parezcan un poco amenazantes, pronto verás que soy tu amigo. ¿Puedo pasar?”
Nuestro amigo se quedó mirando al hombre durante unos segundos y le ofreció, como buen hobbit, sentarse en la vereda sobre unas banquetas que él mismo había instalado. “Espero que sepa comprender, pero prefiero interactuar con extraños afuera, es decir, uno nunca sabe, ¿verdad?” El hombre asintió con una sonrisa y se sentó sobre la banqueta de madera. Luco trajo semillas de zapallo y luego de ofrecerle al extraño hombre, se sentó el mismo sobre la banqueta número 2 (dos).
Fue ahí cuando el hombre empezó a contar la historia que había venido a contar. Le explicó que venía de muy al norte, y que durante su viaje había descubierto cosas muy importantes. Le contó que hacía 25 años, había visto un partido de fútbol amateur en el que 1 (un) defensor destacaba, no por su manejo de la pelota, sino por su muy especial manera de robar el balón de los jugadores rivales. Desde hacía 25 años, estaba obsesionado buscando a ese jugador, pero había desaparecido de la faz de la tierra. Pero hacía poco, había pasado casualmente por una cancha, y fue entonces cuando encontró a Luco. Desde ese día, había visto todos los partidos en los que jugó y cada una de las veces, se convenció un poco más de que nuestro querido hobbit tenía el mismo don que aquel otro jugador.
Sorprendido, sin saber que decir, alzó sus hombros y le dijo al hombre: “Bien, supongo que le agradezco. Pero ¿para qué me buscó? No lo entiendo.”
“Luco, hay cosas que los hobbits no se enteran, pero que saben hasta las hojas de los árboles. La sombra del norte está creciendo, verdaderamente. La única posibilidad que tenemos de sobrevivir, es un partido de fútbol amateur, y nos falta un defensor. Ese defensor eres tú.”
Luco entrecerró sus ojos y le preguntó- “¿Cuándo?”
“El 22 (veintidós) de noviembre”- contestó el hombre.
“¡Pero es justo el día de mi fiesta de cumpleaños! ¡Habrá carne parrilla y balón-pié!”
“Lo sé”, dijo el hombre, “Podrás jugar, pero durante tu discurso en el banquete, deberás desaparecer de la vista de todos y venir conmigo, que te voy a estar esperando detrás de la arboleda en una carroza color plata”
El no tan intrépido hobbit se sentía mareado con tantas novedades, debería pensarlo. El hombre le dijo que lo esperaría detrás de la arboleda y que no había nada que pensar. Le deseó un buen partido y le obsequió un hermoso par de botines de cuero brilloso con dos relucientes campanitas ornamentales al final de los cordones. Luco se quedó boquiabierto mirando su nuevo regalo y solo cuando alzó la vista se dio cuenta de que el hombre ya no estaba ahí.
Extrañado,  prendió su pipa de pensar y se dijo a sí mismo que más tarde retomaría las invitaciones. Ahora debía resolver si iba a luchar contra las fuerzas del mal o no. Como siempre en estas situaciones, tomó un poco de arcilla y se puso a modelar una pequeña figura femenina con sus dedos, y como siempre que hacía eso, rápidamente apareció una respuesta en su mente. La respuesta era un NO rotundo. Luco quería jugar a la pelota, pero era solo un hobbit, y los hobbits no salvan al mundo.
Ahora que estaba más tranquilo, se sentó y terminó las invitaciones y luego salió a repartirlas a pie, como era costumbre el pequeño y tranquilo pueblito. Cuando terminó, volvió a casa y se durmió.
Al llegar el gran día, el cumpleañero se vistió con su indumentaria deportiva de fiesta (color dorado, como el sol) y se dirigió al complejo deportivo-gastronómico. Al poco tiempo, llegaron los invitados y comenzaron los partidos. Todo fue disfrute y algarabía. Luego la campanilla sonó y todos fueron a la gran mesa de banquete. En total, había unas 300 sillas y la larga parilla se extendía paralela a la mesa.
Todos comieron y bebieron hasta el hartazgo y cuando llegaron los pasteles, Luco no pudo aguantar más y, luego de pedir silencio, les contó a sus amigos lo que había sucedido. Les habló sobre el hombre de barba larga y su propuesta. Del fin del mundo y la posibilidad de evitarlo con el en la cancha.
Luego de la sorpresa inicial, algunas voces se alzaron animándolo a ir, otras asegurando la locura del hombre, y algunas voces no se alzaron (tal vez por la borrachera). El mediano se volvió a sentar y dijo: “La verdad que me jugaría un partido más”. Sopló las velitas, comió una porción de torta, se paró y desapareció tras la arboleda.



FIN

La lluvia breve

La última semana fue extremadamente calurosa. Los hábitos de las personas (en general, aficionados al aire acondicionado y otros soportes que dañan terriblemente a nuestro hermoso planeta) durante estos días, hace que se parezcan más a marmotas que a seres humanos. Pero, por suerte, son seres humanos y la debilidad de cualquier ser humano con algún grado de sensibilidad es un partido de fútbol.
Hasta minutos antes de comenzar, la convocatoria era muy corta para jugar, y encima, uno de los que sí estaban anotados en la plantilla amenazaba con bajarse, dejando a la "bestia-fútbol", tuerta. Ese uno que se quería bajar, al menos tenía conciencia de grupo y accedió a jugar si no conseguía quien lo reemplazara.
Finalmente, se hizo la hora del partido y fuimos 8 (ocho). El partido se jugo entre 2 (dos) equipos: "Los hijos del bosque", debido a sus torsos desnudos y sensuales, y los "Civilizados" (por esconder sus cuerpos  llenos de vergüenza de sí mismos).

.Los Hijos del Bosque formaron así: Marcos ( que llegó tarde), Andrés C, Nacho y Sebastiano B.
.Los Civilizados, de esta otra forma: Diego L., Ale L, Ferchat y Lucord (quien se manifestó cansado para jugar)

El partido, como expliqué de forma muy escueta (en las alineaciones, justo al lado del nombre de Marcos y entre paréntesis), comenzó después de que llegó Marcos. Antes de eso, los 7 (siete) que estábamos en la cancha hicimos una exhibición para los asistentes y demostramos todo nuestro fútbol, provocando el entusiasmo de los testigos casuales.
Una vez que Marcos llegó, se sacó su remera y se juntó nosotros para comenzar lo que fue un partido de leyenda. Sobre el resultado numérico solo diremos que "Hijos del Bosque" ganó bien.
Si uno es argentino, es muy probable que recuerde a un jugador que se caracterizó, no por su destreza, sino más bien por lo que algunos llaman "tener ángel", pero que es más bien, tener el favor de los Dioses. Ese jugador se llamaba Martín Palermo, el entusiasta del gol. Un día, este hombre metió un gol bajo una fuerte lluvia y con su pecho desnudo alzó su mirada a los cielos y lloró lagrimas épicas. Ninguno de nosotros lloró en la noche de ayer, pero el cielo desató toda su furia y el viento nos quitó nuestras miserias mientras los espíritus nos lavaron el sudor con la frescura con que el cosmos nos anima a seguir a pesar de todo.
Y los Hijos del Bosque ganaron de manera abrumadora.Y Luco hizo 1 (un ) gol. Y Fercha trabó y defendió como nunca. Y yo Andrés C, tuve algo de nuestro lesionado gran arquero Andrés O y mantuve la valla invicta durante un buen tramo del partido. Y Marcos río. Y los hermanos Lumerman insistieron a pesar de todo y se lucieron. Y Nacho ordenó. Y Sebastián contó historias de la dualidad, y de cómo una calavera y las siglas U.S.M.E representan a lo opuesto que se une (voy a necesitar más explicaciones, por mi parte). Y se propuso un baño comunitario como símbolo de amistad (quizá los Dioses a veces hacen romper límites que en el fondo están bien puestos).
Y aunque breve, la lluvia refrescó las almas y nos llenó de dulces expectativas para lo que viene.



(+) Creo que el dueño de la cancha nos volvió a querer un poquito.



lunes, 2 de diciembre de 2013

No nos quieren más



El Domingo 1 (primero) de Diciembre del año 2013 después de Cristo, varios de los jugadores de nuestro fútbol tuvimos una percepción (no se si real, pero compartida) al respecto de nuestro canchero y su ayudante. A medida que fuimos llegando (y esto fue comentado por unos cuantos), saludamos y nos unimos al resto de nuestro grupo, pero algo había en la mirada del señor canoso que nos lleva a la cancha, que nos hizo ruido.
El primero en hablar fue Ale Lumerman: -"¿Qué onda, no nos quiere más el chabón?". A partir de ahí comenzó una conversación al respecto. Alguno observó que quizá era solo ese día, y nada contra nosotros, otro se cargó de energía para iluminar los hechos con preguntas (esto por suerte no pasó, porque nos hubiera generado heridas emocionales que, en la previa de un partido pueden destruir la alegría), otros consideraron el asunto completamente irrelevante.Al rato y sin conocer la verdad, simplemente nos acercamos a la cancha 2 (dos).

Como viene siendo costumbre, últimamente está faltando gente, pero ahora existen dentro de nuestro plantel (el único plantel de fútbol inclusivo de todo el Planeta Tierra) algunas guerreras que cumplen de manera más que digna (mucho más que algunos de nosotros) con esta disciplina deportiva. Así fue que los equipos - esta vez empatados al terminar el juego- formaron así *:

A- Majo, Marcos, Iván, Pablo P, Andrés C.
B- Ale L, Flor, Michael, Diego L, Ferchateur.

El partido se abrió a favor de el equipo A, el más petiso (o apetitoso), gracias a 1 (un) gol de la señorita Majo, luego de una serie de rebotes que la favorecieron y que, con alma de goleadora, logró meter adentro del arco displicente-mente defendido por algún caballero del equipo B que no se llevaba bien con sus manos. Luego, la ventaja se amplió a dos y más o menos, se mantuvo esa diferencia en el transcurso del juego.
Por el lado del equipo B, mientras el que relata estaba resguardando el arco por vez primera en una oscura y cálida noche de primavera, apareció una gacela (Flor) que con una puntería envidiable hasta para los más hábiles guerreros de nuestro equipo, forzó el empate escondiendo en la "ratonera" la pelota, dejándome sin oportunidad de evitar el gol.
Los ataques llegaban en forma de peligrosos bombazos y una casi insoportable presión de Michael. Sin embargo, la cosa no se terminaba aquí, porque es bien sabido que nunca nos rendimos, y, a pesar del terrible calor, el equipo A se defendía con ataques. Así seguimos castigándonos mutuamente con goles.
1 (un) pelotazo en la cara recibió Pablo P., que a pesar de sus pies de acero y su porte de estrella de fútbol europeo, debió tomarse la cara por un rato y recibir 1 (un) trago de agua, para soportar lo que quedaba del partido. Aún así, mantuvo un gran nivel en lo que quedaba.
El tiempo pasaba y la cosa estaba casi igualada (nosotros llevábamos la ventaja por la mínima diferencia), cuando, casi sobre el final- ya con ese señor que no nos quiere más esperando el último gol -se acercó alguien (otra vez estaba yo en el arco), tal vez Diego, y anotó lo que significó el empate.

(+): A pesar de los temores que podría haber provocado en el espíritu de algunos atletas, el fútbol mixto amateur, funciona muy bien. Está vivo y crece.
(+): Terminó el partido y no supimos la verdad.
(+): Marcos fue una luz en la defensa.
(+): Se vió, por momentos una dupla de ataque explosiva entre Iván y yo.
(-): El señor de la cancha ... veremos.
(-): La costumbre de llegar demasiado justo al partido.


*Al terminar en empate, imposible definir a unos por buenos y otros por malos.