lunes, 14 de octubre de 2013

Al igual que el Buda, Lucifer se reveló ante Yahwe al negarse a la dualidad, a ese conflicto entre el Bien y el Mal, el placer y el dolor. Este fin de semana no hubo Futbol, porque, al igual que el el Diablo y y el iluminado de oriente, resistimos. Sentir placer no debe implicar dolo, eso es una falaz idea de nuestra cultura aprendida como monitos. Aquí estamos resistiendo, nosotros jugadores amateur, a este conflicto eterno y decimos "¡Dios!, aquí nadie gana, porque nadie pierde". Simplemente, no jugamos. Preferimos soñar grandes jugadas y el placer de encontrarnos ante el arco Uno, y convertirnos en las divinidades que realmente somos: los futbolistas más grandes del mundo.
Ayer asistí a ver el partido de Boca Juniors y Rosario Central (quienes también empataron), dos equipos de futbol profesional que también dijeron: "nosotros no vamos a participar de esta morbosa actividad divina, aquí nadie gana, nadie pierde, solo somos." Futbol cero, en contra de que unos gocen, mientras otros sufren.

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