martes, 20 de agosto de 2013

La alimentación espiritual. 18 de agosto

Una vez cada tanto, nuestro fútbol de cada Domingo se vuelve fútbol 7. Y a pesar de los miedos de algunos (que la cancha es muy grande, que hay que lograr ser más ordenado), estos partidos suelen muy interesantes.
18 de agosto de 2013, Pichincha, bajo la autopista, cancha 2 (dos).
Los equipos formaron así:
Los Buenos: Pablo Lumerman, Alejandro Lumerman, Fernando Dagnino, Andrés Ciruzzi, Lucas Tamagni, Rafael Mcnamara, Nacho.
Los Malos: Diego Lumerman, Andrés Krom, Pablo Pachila, Julián García, Rauli, Leandro Bossero, Facundo Valdez.
En mi humilde opinión, el partido que jugamos este último fin de semana, fue dueño de una dignidad deportiva con la que soñamos infinitas veces. Tras haber sido derrotado nuestro equipo la semana anterior, el jugador Diego Lumerman había irritado a sus hermanos con burlas deportivas y luego, por medio de las redes sociales se autoproclamó el jugador más rápido de los últimos tiempos. Es sabido, prácticamente por toda la humanidad, que el camino del crecimiento espiritual es importante transitarlo con humildad. La vanidad y la derrota son hermanas, y los hombres aprendemos a los golpes. Fue así que Diego no ganó, ni fue el jugador más rápido. Pero más allá de eso, este es un juego de equipo, y fueron varios los factores que hicieron que los Buenos ganaran bien, en un partido que tuvo buenos momentos de ambos equipos.
Como siempre, hubo grandes goles de ambos lados. Pero la defensa, liderada por el "Patrón" Nacho (que siempre mantuvo el orden con sus gritos), hizo que los buenos sostuvieran siempre la ventaja. El ataque fue casi siempre llevado por los dos Lumerman y Mcnamara (que últimamente define cono los dioses), una defensa muy sólida, siempre ordenada por Nacho y Luco el sólido. Al medio, como un Fernando y yo, logramos ser un equipo, siempre ordenado.
A los malos se los vió más fragmentados: un equipo que en ataque era una cosa, y en defensa, otra. Quizá por la falta de vocación defensiva de algunos jugadores, cuando los Buenos recuperábamos el balón, la defensa de los malos siempre corría el riesgo de quedarse en inferioridad numérica: todos querían su gol, pero nadie recordaba que  para ganar, también es necesario no recibir goles.
Así fue que los buenos nos llevamos una deliciosa victoria en el Día del Niño. El día en que nuestros espíritus vuelven a gozar con los sueños infantiles de robots y super-héroes y las canas desaparecen, por lo menos por un rato.

2 comentarios:

  1. Excelente! Y agrego una consideración:
    1- Jugar en cancha de 7 nos hace más hombres cada vez.
    2- Y creo que esto es inevitable porque
    3- en cancha de 7 los jugadores adquieren mayores velocidades;
    4- y a mayores velocidades, choques más violentos.
    5- Es duro hacerse hombre
    6- pero vale la pena.

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  2. Yo tenía ese cuchillo chaboonnnn!!!!

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