sábado, 19 de julio de 2014

Ante el trono del rey






El rey:- Pregonero, ¿tenéis en tus manos el papiro que anoticia sobre el juicio a nuestro jugador caído en desgracia?
Pregonero:- Sí, mi lord. El escriba se encargó de que estuviese todo claro antes de que llegara a tus manos. Cierto es que antes- y no sé quien fue el culpable, pero tal vez merecería una buena estancia en los infiernos- la noticia fue relatada al pueblo, pero es que estabas de viaje, oh, justo mandatario.
El rey:- Ya no importa a quien llegó antes y a quien llegó después, lo que importa es oírla de tus melodiosos labios. Un palomo mensajero llegó con una breve carta a mi campamento, pero deseo oír exactamente lo que se oyó en el Salón de la Justicia. (El rey, al instante, acercó sus nalgas al borde de la silla y de pronto pareció cansado).
Pregonero:- El papiro dice así, su majestad, hijo del hombre: "Y es que el tiempo es breve para uno, pero también, lo suficientemente largo para que, en su existencia, un guerrero aprenda a ser ético en la vida. Cuando los tiempos son duros, el hombre debe ser justo y dar a su hermano lo que le sobre, dejando para sí, solo lo necesario.
Iván de la Tormenta, nosotros, los jueces hemos oído con nuestro corazón tus remordimientos. Así, hemos decidido, con la convicción de que los Dioses nos acompañan, hacer leve tu sanción. Pero esta sanción debe ser cumplida ante los ojos de quienes son nuestros padres, porque es sabido que calamidades esperan a quien se rebela a los designios de nuestros creadores.
Deberás, entonces, permanecer al arco durante toda la próxima jornada deportiva. No podrás moverte más allá del área y tu juego será con las manos."
Esto fue lo que se dijo en el juicio, oh tú, que cabalgas corceles de fuego.
El rey:- Hubiera preferido una sanción más dura, pero si eso es lo que dijeron...
Pregonero:- Iván de la Tormenta fue tentado por el Mundial, mi señor. A cualquiera le podría haber pasado.
El rey:-¡No! El hombre debe ser perfecto ante los ojos del Dios único, cuyo nombre verdadero es inaccesible. Iván es un pecador y caerá en la desgracia, no por mano de hombre, sino, por la ira de Dios.
Pregonero:- Disculpe mi atrevimiento mi rey, pero,¿que Dios puede ser tan cruel con sus hijos? Nuestros Dioses nos permiten el error, pues es el error la musa que nos enseña a crecer. Gracias a él, mañana seremos mejores hombres...
El rey: ¡Callad! No te quiero ver aquí pregonero. Espero que al volver a mis aposentos no estés aquí.

El pregonero sale de las estancias del rey.

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