lunes, 20 de octubre de 2014

R2D2







A veces siento que para que gane Boca tengo que perder yo. Es como un equilibrio que se genera entre la realidad de mi equipo favorito de fútbol y la mía. Debido a que somos lo mismo, y el uno es todo a la vez, cuando Boca es luz, yo debo ser oscuridad.
Así fue que este domingo de "las madres", el equipo en el que yo jugué, perdió, no por la mínima, sino por bastante. Sin embargo, tuvimos muchas buenas a pesar de no habernos comportado como un equipo bien "calibrado".
Nosotros éramos Iván "el bueno", el "Bati" Celoria, Marcos, Luco y yo. Peleábamos contra un grupo de orgullosos e intrépidos "moralistas" del fútbol que buscaron siempre el buen juego, ellos eran: Ale, Andrés O, Dany, el cuñado de Ale y Rauli (de dudosa pertenencia al plantel).
Cuando todo comenzó, creíamos que era fácil lograr la victoria. Pero el júbilo anticipado de nuestros rivales nos hacía sentir algo extraño: aparentemente los dioses habían otorgado la victoria de antemano a nuestros crueles rivales. Poco a poco, los de mi equipo comenzamos a fastidiarnos el uno con el otro y perdimos nuestro propósito de verdadero amor. Caímos en la trampa más miserable y nos paramos mal y abusamos de las individualidades.
El otro equipo, jugó como una unidad. Fue humilde y bonachón como un gigante bueno. Así, nos ganaron.
Después, para equilibrar, ganó Boca.

Lo mejor: El equipo de los Buenos en general. El clima. Dios.



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