sábado, 14 de junio de 2014

El retorno del rey

Así lo vimos llegar, acompañado por hombres, mujeres y niños.




Luego de su campaña por las región más austral de las tierras conocidas, el rey judío volvió a la ciudad capital y fue vitoreado por todos. Al llegar al campo de juego se encontró con el grupo de los más cercanos aliados, quienes le relataron proezas de los días en que no estuvo junto los suyos.
Con ojos triangulares, el rey vió una nueva cancha de fútbol 7 (siete), más ancha que larga, traída desde las tierras exóticas de más allá del mar. También supo que si jugamos en la cancha del fondo, las probabilidades de jugar partidos más largos es superior. 
Alegre por las novedades y a la vez triste por no haberlas vivido con su propio ser, saltó al campo de juego para dar inicio a su nuevo mandato.
El rey dejó su espada y su armadura y se acercó al centro del campo, desde donde seleccionó jugadores compitiendo con su hermano de sangre. Los equipos se formaron así:

Los Buenos: Alejandro "del trueno", Krohm! de los barrios del norte, Rafael McNamara, Iván "el veloz" y Dany "el misterioso".
Los Malos: Diego "el rey", Fernando "el paladín del amor", Luco "el muro", Andrés "el amo de las tinieblas" O y Andrés C "el de las barbas de tres colores".

El rey eligió su equipo y nos habló de sus proezas en el sur: "Si supieran hermanos, lo que mis ojos han contemplado en las tierras frías, jamás volverían a ser iguales. Hoy nos reunimos aquí para enfrentar a la vida y a la muerte con la dignidad que le corresponde a los hijos del Di*s. Porque eso es lo que sois todos ustedes"
 Abrió grandes sus ojos y su corazón y nos llenó de fuerza y compasión. Luego se dirigió a cada uno por separado y nos habló como un padre le habla a un hijo. 
Sabíamos que el partido sería duro.  Cada uno de ellos era un poco más que cada uno de nosotros, pero nuestro espíritu estaba listo para enfrentar cualquier horror, porque el rey había vuelto. 
Su capa brillaba a la luz de la luna cuando comenzó todo y empezamos a correr con violencia. La batalla era dura, pero todavía nada malo sucedía. Para los nuestros, Andrés O se volvió vertical en extremo y llegaba con furia en cada ataque, pero Krohm! era una pared inquebrantable que mantenía la vaya enemiga en cero. De pronto, el velos y feroz Iván comenzó a atacar y con furia nos encerró atrás. Comenzamos a perder un partido muy difícil. Pero poco a poco, Andrés O comenzó a convertir para nosotros y se volvió parejo. 
El partido en este momento era parejo, pero una serie de inseguridades defensivas en nuestro bando, nos puso en dificultades. A pesar de la convicción que mostramos en ataque, la cancha se inclinó en favor del hermano mayor del rey y la victoria fue de ellos. Pero nosotros ganamos algo más valioso: el retorno del rey.

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