domingo, 18 de mayo de 2014

Deus

Si las musas hablaran en la lengua de los hombres, lo que sucedió esta noche, no habría existido jamás. Es para nuestra fortuna, que los Dioses deciden sin nuestro consentimiento, cuando lo extraordinario sucederá.



Llegué al campo de batalla                      
Tras enviar un mensaje en blanco             
Mis hermanos desvelados, 
No ocultaron su alegría
Cuando vieron que a mi lado 
Caminaba una ninfa.

Bien sabido es por nosotros
Que sin uno no hay partido
Más hoy los Dioses querían 
Acercarnos su alegría

Así entramos al estadio:
Nueve hombres y una niña
Los equipos se formaron 
Mientras, no sin cierta hidalguía,
El hombre que es dueño de todo
Observaba con malicia.

De los Buenos solo digo
Que jugamos con astucia
Y los Malos combatieron
Hasta el último aliento.

La batalla fue reñida
Y la magia compartida
Si los Dioses lo desearan
Solo habría alegría
Pero el mundo es muy duro
Y la victoria fue mía *

*de nosotros/nuestra. Es imposible que rime otra cosa dentro de mi catálogo de palabras.


En este canto, el siervo de los Dioses nos cuenta sobre la gran batalla que se dió el día que Riber salió campeón. 

La noche era fría, casi gélida. Los guerreros esperaban en la cancha y cuando llegué, fuimos 10 (diez). La verdad sobre lo que pasó esa noche solo la sabemos nosotros. 
Antes de que llegara, había enviado un mensajero con un papiro en blanco. Los hombres de los Dioses se preguntaban si quería decir algo. Cuando llegué con Vane a mi lado, todos se tranquilizaron y supieron que seríamos 10 (Diez). 
"El alma me volvió al cuerpo"- dijo Ale L. , pensé que seríamos solo 9 (nueve). Fernando bebió un trago de vino y dijo: "Hay que pensar menos Hebreo"- Y todos rieron.
La cancha era enorme, y el cielo auspiciaba terribles tormentas. Sin embargo, un grupo de hombres (y una mujer) buscaban jugar un ENORME partido de fútbol. Y lo jugaron.
Es cierto que hubo un plantel victorioso y uno derrotado. 
Entre los ganadores se encontraban el acertado Andrés Krom, con pechera roja y su atenta mirada; el filosófico y siempre galante Andrés Oswald, el sabio Alejandro L, con su herencia del antiguo Di*s, Facundo el gigante "que juega a sus espaldas" y quien relata, Andrés de los Balcanes y la península itálica.
Entre los derrotados se vió a Iván "el terrible", a Rafael McNamara "el de las altas cumbres", a Dani "el invocado y bienvenido", a Fernando "el gigante alma de gorrión" Dagnino y  la ninfa defensiva Vane "cabellos de fuego".

Es cierto que mil hombres no pueden contra cuatro si estos cuatro están convencidos de sus dones y los mil se saben derrotado. Pero esto no es lo que pasó. Lo que realmente sucedió fue que vimos una batalla terrible desde el principio hasta el final. Ambos equipos lucharon constantemente. 
La pelea se dió siempre en los arcos. Por momentos, los Malos amenazaban con derrotar a los Buenos por una diferencia extremadamente amplia de goles. Pero los Buenos siempre resistieron, y lograron su cometido.
Cuando todo parecía perdido, los tres Andrés, Ale y Facundo, diagramaron su deseo de victoria y aprovecharon el enojo de Ivan "El Terrible". Iván creyó que su ira sería proveedora de felicidad, más su error estuvo exactamente ahí. Cuando el comenzó a desatar su ira, fue cuando nosotros, los "humildes", logramos nuestra victoria. 
"La gloria sea para Dios", dijo Teófilo Gutierrez. Yo digo, "La gloria sea para los hombres", porque sn los hombres los que se la ganan.



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